Diego y Elena quienes vivían en una casita con un jardín lleno de margaritas. Ese día, los dos estaban saltando de alegría porque sus abuelos iban a venir a dormir en su casa.
“¡Vamos a enseñarles nuestro fuerte de almohadas!” gritaba Diego, mientras corría de un lado a otro, asegurándose de que cada cojín estuviera en su lugar perfecto.
“¡Y mis dinosaurios! Abuelo debe ver mi gran colección” decía Elena, alineando sus juguetes en una fila impecable.
La tarde llegó y con ella los abuelos, que traían abrazos muy cálidos. Los hermanos estaban emocionados y hablaron sin parar sobre las letras y números que habían aprendido en la escuela.
Diego mostró con orgullo cómo ya sabía escribir su nombre completo, y Elena contó hasta 20 sin equivocarse ni una vez.
Después, jugaron a las cartas y pintaron dibujos que colgaron en la nevera. Los abuelos sonreían, felices de ver a sus nietos tan contentos y llenos de energía.
Pero con tantas actividades, pronto llegó el cansancio. Los bostezos de Elena eran tan grandes que casi se podían ver todos sus dientecitos, y los ojitos de Diego parpadeaban más lento.
“Es hora de soñar con angelitos,” dijo la abuela, y les dio un beso de buenas noches a cada uno.
Cuando la luz de sol despertó a Diego y Elena, un olor delicioso llenaba la casa. Los hermanos bajaron corriendo las escaleras y encontraron en la mesa un desayuno como ningún otro: panqueques con miel y frutas, la comida favorita de mamá cuando era pequeña.
“¡Es el desayuno especial de mamá!” exclamó Diego, mientras la abuela sonreía y servía un montón de panqueques en sus platos.
“¡Qué rico!” dijo Elena con una sonrisa de oreja a oreja, mientras la miel se deslizaba por los panqueques dorados.
Mientras comían, los abuelos contaban historias de cuando mamá era una niña y las travesuras que hacía, y los hermanitos escuchaban fascinados, pensando que ese era el mejor desayuno del mundo.
Y así, en una mesa llena de risas y platos vacíos, Diego y Elena entendieron que los momentos más dulces no solo vienen de la miel, sino de compartir con aquellos que más amamos.


