El pequeño pingüino Tito se deslizó sobre la nieve.
—¡Qué frío! —dijo, sacudiendo sus alas.
Caminando por el hielo, vio a un gran oso polar.
—¡Hola! Nunca te había visto por aquí. ¿Te gusta este lugar? —preguntó Tito.
—Sí, este es mi hogar. Vivo en el Ártico, donde todo es blanco y helado. Me encanta caminar sobre el hielo y nadar en el agua fría —respondió el oso.
Tito siguió su camino y vio a una foca descansando.
—¡Hola, foca! Qué a gusto te ves ahí. ¿Siempre estás en este sitio?
—Sí, me gusta mucho. Vivo en el mar helado. Nado rápido y descanso sobre el hielo —dijo la foca, bostezando.
Más adelante, algo enorme saltó del agua. Era una orca.
—¡Wow! ¡Qué alto saltas! ¿Siempre estás en el agua? —preguntó Tito.
—Sí, los mares fríos son mi hogar. Me encanta nadar y jugar con las olas —respondió la orca con una gran sonrisa.
Tito sonrió. Había aprendido algo nuevo: muchos animales viven felices en el hielo.
Y así, siguió deslizándose, disfrutando de su hogar en la Antártida.