En un rincón de la ciudad, vivía Tobías, un perro con un sueño inusual: deseaba ser bailarín. A pesar de las risas y comentarios de los perros que afirmaban que era simplemente imposible que un perro bailara, Tobías movía su cola al ritmo de la música y practicaba cada paso. No dejó que los otros perros le desanimaran.
Un día, mientras caminaba por la plaza, vio un cartel grande y colorido que captó su atención: “¡Concurso de talentos para mascotas!” Estaba asombrado y saltaba de emoción. Sin pensarlo dos veces, decidió participar. Sabía que podía demostrar a todo el mundo que los perros saben bailar.
Día tras día, entrenó hasta convertirse en el mejor bailarín canino. Ensayaba en el parque, frente a todos los animales curiosos. Al ritmo de la música, desarrolló un baile único, combinando giros, saltos y moviendo sus patitas y su cola.
Llegó el gran día. El escenario se llenó de luces y expectación con muchas mascotas talentosas. Después de unas cuantas presentaciones, Tobías subió al escenario. Todo cambió. La música comenzó y él danzó con tanta gracia y pasión que su alegría y energía eran contagiosas, dejando a todos con la boca abierta.
Después del espectáculo, los jueces estaban listos para anunciar al ganador. Todos los animales estaban nerviosos y ansiosos por saber quién sería el elegido.
” Y el ganador es… ¡Tobías!- anunciaron los jueces.
Todos le felicitaron. Los demás perros, que al principio se habían reído de él, avergonzados, le pidieron disculpas y le felicitaron. Tobías, con una gran sonrisa, simplemente les dijo: “Nunca dejes que las opiniones de otros apaguen la música de tus sueños. Baila a tu propio ritmo.”