Fito, la traviesa rana saltarina, no cuidaba sus juguetes. Los lanzaba, los mordisqueaba con fuerza y los dejaba tirados por toda la casa. Su vecino, un día le dijo: “Fito, deberías cuidar más tus juguetes. ¡Así podrás disfrutarlos mucho más tiempo y siempre sabrás dónde encontrarlos!” Pero Fito no escuchó.
Un día, después de jugar con sus carritos, su juguete favorito, un auto de carreras rojo muy veloz, desapareció. Fito lo buscó angustiado debajo de la cama, en la sala en el cuarto de sus padres y en la cocina.
Muy triste, la pequeña ranita comprendió lo que le había dicho su vecino. Decidió que debía comenzar a cuidar mejor sus juguetes, en lugar de maltratarlos y abandonarlos descuidadamente. A partir de ese momento, empezó a guardar todos sus tesoros en el cofre de los juguetes después de terminar de jugar.
Unos días más tarde, mientras desayunaba, Fito notó algo rojo en lo alto de un armario de la cocina. ¡Era su auto de carreras!
Con el tiempo, Fito disfrutaba cada vez más de sus juguetes. ¡Y lo mejor es que nunca más volvió a perder un juguete, ya que siempre sabía dónde estaban!