Una noche, justo cuando Clara estaba a punto de quedarse dormida, algo increíble sucedió. Un brillo suave llenó su habitación, y al abrir los ojos, vio a una pequeña hada flotando en el aire.
—¡Hola! —dijo el hada con una sonrisa encantadora—. Soy el Hada de las Verduras y vengo a visitar a los niños que no quieren comerlas. Si te atreves, puedo llevarte a mi mundo mágico y mostrarte lo increíbles que son.
Clara, curiosa y emocionada, asintió rápidamente. Sin pensarlo dos veces, el hada hizo aparecer un portal brillante en la pared. ¡Y en un abrir y cerrar de ojos, ya no estaba en su habitación, sino en un lugar fantástico lleno de colores y formas sorprendentes!
A su alrededor, todo era gigantesco. Los árboles eran altos tallos de apio, los caminos estaban hechos de espinacas y las flores parecían pequeños ramilletes de brócoli. Mientras caminaba al lado del hada, de pronto apareció una zanahoria que hablaba.
—¡Hola, Clara! Soy Zanahoria y me encanta ayudar a que los ojos de los niños vean mejor. —Le guiñó un ojo con una sonrisa simpática.
Sorprendida al ver que las verduras no solo hablaban, sino que parecían tener superpoderes, Clara siguió su recorrido. Un poco más adelante, apareció Brócoli.
—¡Soy Brócoli y mi trabajo es cuidar el corazón de las personas! —dijo mientras flexionaba sus ramas como si fueran músculos—. ¡Conmigo tendrás un corazón fuerte y saludable!
Clara se divertía más con los personajes que encontraba. Luego apareció un pepino.
—¡Hola! Yo soy Pepino y soy excelente para el cerebro. Ayudo a que pienses más rápido y aprendas más fácil.
Finalmente, una suave voz susurró detrás de ella.
—Y yo, Lechuga, te ayudo a dormir mejor por las noches, ¡para que tengas dulces sueños!
Clara escuchaba atenta mientras el hada la guiaba a través de este mundo lleno de sabores y colores. Cada verdura tenía algo especial que ofrecer. Al final del recorrido, Clara comprendió lo valiosas que eran.
—Ahora entiendo lo importantes que son las verduras —dijo con una gran sonrisa—. ¡Todas tienen poderes que me ayudan a crecer sana y fuerte!
El hada sonrió y con un movimiento de su varita, las dos regresaron a la habitación de Clara. Pero algo había cambiado en ella. A partir de esa noche, cada vez que veía verduras en su plato, no solo las comía con gusto, sino que recordaba a sus nuevos amigos del mundo mágico.
