Miguel no quería dormir en su cama. Cada noche, la oscuridad lo hacía sentir como si algo lo estuviera vigilando. “No quiero irme a dormir”, le decía a sus papás mientras abrazaba su peluche.
Pero esa noche, sus papás le contaron un secreto: “La oscuridad es perfecta para los juegos más divertidos”. “¿De verdad?”, preguntó Miguel con los ojos bien abiertos. Así, comenzaron a jugar a las escondidas. Con las luces apagadas, su mamá se escondía en los rincones más oscuros, ¡y Miguel la encontraba cada vez más rápido!
Durante el día, Miguel recordo que siempre intentaba moverse como un ninja, pero su papá siempre lo sorprendía antes de tiempo. Sin embargo, como era de noche, todo cambiaba. En la oscuridad, Miguel sentía que se convertía en un verdadero ninja. Lograba caminar sigilosamentte, sin que nadie lo viera, y la oscuridad ya no lo asustaba, al contrario, le daba fuerzas. Con cada paso silencioso, se dio cuenta de que la oscuridad no era su enemiga, sino el escenario perfecto para sus aventuras.
Cuando llegó la hora de dormir, Miguel no protestó. La oscuridad ya no era un monstruo, sino su amiga. Con una sonrisa, se acomodó en su cama listo para soñar con sus nuevas aventuras.


