Pablo y Ana se pelearon en el desayuno porque Ana tomó el yogur de fresa que Pablo quería.
“¡Eres una mala hermana!”, le gritó Pablo muy enojado.
Ana se puso a llorar y corrió donde mamá. Pablo se fue a jugar solo, muy molesto.
Pero cuando llegó la hora del almuerzo, Ana no se sentía bien y tuvo que quedarse en cama. La casa se sintió muy silenciosa sin ella.
Pablo intentó jugar con sus carritos, pero no era lo mismo. Nadie se reía de sus bromas ni le ayudaba a construir torres.
“Mamá, ¿Ana va a estar bien?”, preguntó Pablo preocupado.
“Sí, mi amor, solo necesita descansar. ¿Por qué no le llevamos un vasito de agua?”
Pablo preparó el agua con mucho cuidado y se la llevó a Ana: “Perdón por gritarte. Te extraño mucho”.
Ana sonrió débilmente: “Yo también te extraño, Pablo. ¿Te quedas conmigo un ratito?”
Se acostaron juntitos hasta que Ana se sintió mejor.
¿Qué haces tú para cuidar a tu hermano o hermana cuando está enfermo?