Alicia siempre fue una niña curiosa, siempre buscando aventuras. Un día, cuando paseaba por su vecindario, descubrió una pequeña librería que nunca había visto antes. Al entrar, notó que no era una tienda común. Los libros flotaban en las estanterías, y en el aire había un suave aroma de magia. Un cartel brillante decía: “Solo los que leen pueden viajar”. Intrigada, Alicia se acercó a un libro dorado.
El librero, un señor misterioso, le dijo que si lograba leer las palabras, podría entrar a los mundos que se escondían en las páginas. Alicia, decidida, intentó leer las primeras palabras y fue transportada a un bosque encantado lleno de criaturas fantásticas. Cuanto más leía, más mundos visitaba: un castillo en las nubes, una ciudad submarina y hasta una montaña de chocolate.
Sin embargo, a veces las palabras eran difíciles de entender, y Alicia se frustraba. Pero sabía que debía seguir intentándolo si quería descubrir más. Con cada nueva palabra, su mundo se volvía más grande y más emocionante. Pronto entendió que la lectura era la llave para vivir las aventuras más increíbles.
Al final, regresó a casa agotada, pero feliz. Alicia comprendió que aprender a leer no solo la hacía más sabia, sino que también la llevaba a lugares que jamás hubiera imaginado. Y lo mejor de todo: ¡cada libro era una nueva puerta esperando ser abierta!
