En el lugar más frío y blanco del mundo, había una familia muy alegre de pingüinos. Mamá Pingüino tenía dos pequeños muy tiernos. El pingüinito más grande sentía que su mamá pasaba más tiempo y parecía cuidar más al hermanito menor. Esto hacía sentir al mayor un poco solo y triste, creyendo que su mamá no lo quería tanto.
Un día, reuniendo todo su valor, el pingüino mayor habló con su mamá. Con su voz temblorosa pero fuerte, le contó cómo se sentía. Mamá Pingüino, con los ojos brillantes de lágrimas, abrazó al pingüinito y le explicó que su hermanito era más pequeño y necesitaba más ayuda y cuidados. Eso no significaba que ella lo quería menos a él.
Mamá Pingüino se disculpó y prometió cambiar. Desde aquel día, se aseguró de darles la misma cantidad de amor a ambos pingüinitos, y su hogar se llenó de felicidad.
				
															
															
															

