En las profundidades del océano, vivía un pequeño tiburón llamado Timmy. Un día, el tiburón se despertó de mal humor y grito: ’’¡No quiero ir a la escuela hoy! ¡Ir a la escuela es aburrido, quedarse en casa es mucho más divertido!’’.
Su mamá lo miró y decidió dejarlo en casa, sabiendo que se arrepentiría de su decisión y que se aburriría.
El travieso Timmy sonrió, imaginando todo el tiempo de diversión que tendría. Pero pronto se dio cuenta de que su casa estaba muy silenciosa. Su mamá estaba ocupada limpiando y organizando el hogar marino.
Miró la tele, pero no había nada entretenido. Jugó solo con sus juguetes, pero no era tan divertido sin sus amigos. El día se hizo largo y aburrido.
Por la tarde, Timmy vio a su mejor amigo, un tiburón martillo, muy alegre llegando de la escuela. Este le dijo: “¡Hola Timmy, te perdiste un día increíble en la escuela! Aprendimos sobre las estrellas marinas, y los diferentes océanos, jugamos juntos en el parque de algas y luego nos visitaron unas enormes ballenas.”
Escuchando a su amigo, Timmy se dio cuenta de que se había perdido de mucho. Extrañaba a sus amigos y las aventuras en la escuela. Esa noche, Timmy se disculpó con su mamá: “Perdón por haberte gritado hoy, y mañana quiero ir a la escuela. No me quiero perder más días divertidos”.
Al día siguiente, Timmy fue a la escuela y tuvo un día maravilloso lleno de juegos, risas y mucha diversión. Aprendió que aunque quedarse en casa puede parecer divertido, ir a la escuela y estar con amigos es mucho mejor.
