Lisa en su suave cama, contenta estaba por el gran día que a ella le esperaba.
Antes de dormir, con una sonrisa en su cara, solo ella sabía lo que por su mente pasaba.
Iría a la escuela aprender y a jugar, y las letras y números de su maestra escuchar.
Luego en el parque, con risa y alegría, jugaría y saltaría sin parar todo el día.
Comería su comida, sin dejar ni una migaja. Su cuerpo estaría muy feliz, por lo que ante su plato le esperaba.
Con papá y mamá, haría actividades llenas de mucho amor. Al terminar el día, Lisa necesitaría un sueño reparador.
Cansada ya Lisa, una gran respiración tomó, y su pancita de aire llenó.
Hasta el número tres contó, lentamente el aire soltó y en un instante dormida en su cama cayó.


