Milo tenía hambre.
Miró una fruta roja. Miró una fruta verde, pero no sabía qué comer.
—¿Qué quiero comer? —se preguntó Milo.
Un un guacamayo colorido pasó volando y le dijo —A mí me gustan las naranjas
Milo probó una naranja. Mmm… pero no era su favorita.
Una tortuga caminó despacio le dijo —Mi fruta favorita son las manzanas
Milo probó una manzana. Estaba rica, pero tampoco era lo que buscaba.
Entonces vio algo amarillo brillando como el sol: ¡una banana!
Milo la tocó. Era suave.
La peló y la probó. ¡Mmm! ¡Deliciosa!
—¡Esta sí! —dijo Milo feliz.
Cerró los ojos y sonrió mientras comía su fruta favorita con sus nuevos amigos.
				
															
															
															

