En casa, David descubrió que la caja de cartón que había traído papá no era normal. Cuando se metía dentro con su hermanita, ¡la caja se convertía en lo que ellos imaginaran!
“¡Somos piratas navegando por el mar!”, gritaba David, y la caja se mecía como un barco.
“¡Ahora somos astronautas volando a la luna!”, decía su hermanita, y la caja los llevaba entre las estrellas.
A veces era un castillo, a veces una cueva secreta, y otras veces un tren que los llevaba a lugares fantásticos.
Mamá les dijo: —Esta caja no solo sirve para guardar cosas, también para que su imaginación vuele y jueguen juntos sin pelear.
Y todos acabaron imaginando juntos que eran una familia de exploradores, abrazados dentro de su caja-refugio mágico.
Y tú, ¿en qué te gustaría que se convirtiera tu caja mágica?